jueves, 9 de mayo de 2013

Actúa con cuidados


                Vivimos en crisis, y todo el mundo lo sabe.
                No hay trabajo, no queda dinero en los bolsillos, las tijeras van y vienen por las principales instituciones públicas, los cerebros cogen las maletas y se escapan, Europa nos rescata...(o no).
                Además de esto, nos ahogan las preocupaciones sociales: las imputaciones políticas, la viscosidad de nuestros mares y los pobres animalitos en extinción, la dudosa imagen de la corona, las m*erdas transgénicas que nos venden y tener el cuerpo preparado para los vaqueros de la 36.
                ¿Y si todo esto cambiara? ¿Y si tuviéramos dinero, trabajo, políticos honrados, estado de "bienestar", biodiversidad emergente y todas aquellas cosas que contradigan las noticias de las 15:00? ¿Qué pasaría entonces...? 
                Creo que volveríamos a j*oderla.
                Estamos preparados para no preocuparnos de algo que vaya más allá en nuestro ombligo. ¿Triste verdad? Eso he pensado yo al leer este artículo. Actúa con cuidados muestra la otra cara de la crisis, la que no preocupa, la que no interesa. Y es que como sociedad no valemos dos duros.
                 No pensamos en construir una sociedad sostenible y respetuosa, sino más bien en sacar el mayor beneficio de aquellas cosas que no se pueden defender. La naturaleza, todo aquello que está vivo (incluso nosotros mismos), llora pidiendo ayuda.
                Los ciudadanos hacen huelgas por una vida mejor, las madres piden que se amplíe el tiempo para estar con sus bebés, los padres piden tiempo para estar con sus hijos, la naturaleza se rebela contra el cambio climático...y los más fuertes piden más. La pescadilla que se muerde la cola.
                En este punto del cabreo, reflexión o como quieras llamarlo, yo me pregunto, ¿Qué hacemos pues?
                 Vamos a cambiar el chip, vamos a dejar la queja para cuando se dignen a escuchar, y vamos a mover nuestra conciencia un poco. Empecemos por querer cambiar nuestra sociedad, nuestro barrio o nuestro tiempo libre, por ejemplo. Vamos a poner la vida en el centro.
                Hay infinidad de cosas que podemos cambiar, pero nosotros no somos superhéroes. Lo que si podemos hacer es plantearnos de qué manera las cosas irían mejor, buscar alternativas basadas en principios fundamentales que buscamos como personas, como parte de un todo. Cosas que también sean positivas para nuestro prójimo y que nos hagan evolucionar a todos.
                Esas cosas pueden ser...
·         un compromiso de las empresas y demás órganos con las necesidad de los trabajadores y, a su vez, una respuesta positiva de los ciudadanos a esas necesidades, mostrando que el cambio puede ser favorable y positivo para ambas partes.
·         un ritmo pausado pero seguro de nuestra manera de vivir, de comer, de ir al trabajo y de desenvolvernos en la sociedad.
·         una cercanía de nuestros productos, de nuestros sellos y de nuestros valores, así como una identidad propia que sea defendida y valorada por aquellos que la formamos.
·         una participación activa de todos los que queramos cambiar nuestro ombligo.
                Puede que no sirva de nada, o puede que sí. Pero lo importante es intentarlo. Buscar alternativas a nuestra realidad no es ir en contra de ella, sino a favor de otras realidades que nos permitan a todos  vivir mejor y más felices. 

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