La publicidad envuelve nuestra vida. Día a día, y sin darnos cuenta en la mayoría de los casos, somos bombardeados con anuncios publicitarios de todo tipo. Desde un folleto de propaganda en el buzón de nuestra casa hasta los anuncios televisivos más complejos, todo aquello que nos muestre un producto adquirible es publicidad.
La publicidad lleva años merodeando por nuestro alrededor. Tras la II GM, la televisión se mete de lleno en las casa de la mayoría de los ciudadanos. A lo largo y ancho de toda la tierra, la televisión empieza a cambiar las estructuras vitales establecidas por las personas, pasando de ocupar el tiempo libre en distintas actividades a gastarlo delante de "la caja tonta". Y es que, como todas las cosas nuevas que descubrimos en nuestra vida, la televisión ha sido desde el principio la excusa perfecta para desconectar de la rutina diaria.
Ya sea televisión, radio,... cualquier medio de comunicación que podamos encontrar va a estar siempre acompañado de elementos publicitarios que nos muestran posibles productos, consumibles por aquel que lo está recibiendo. se podría llegar a pensar que la publicidad está encaminada para aquel que pueda adquirir y consumir un producto, pero, en el caso del público infantil, también es posible.
Los niños, a pesar de tener una dependencia total de los adultos, son agentes fundamentales a la hora de producir publicidad. Los motivos son diversos y perfectamente comprensibles: son más influenciables e ingenuos; son futuros consumidores de productos; forman parte de la sociedad y por lo tanto, necesitan adaptarse a las exigencias de esta.
Es precisamente por esto, y por más motivos, por los cuales la publicidad destina gran parte de su tiempo en crear todo tipo de recursos destinados a complacer sus necesidades. Desde anuncios hasta series de televisión, todo aquello que tenga como fin que los niños acaben precisando estos productos ofertados, es objeto de análisis en el mundo de la publicidad y el marketing. Aunque no siempre está correctamente encaminado, por lo que muchas veces es cuestionado y debatido por distintos órganos e instituciones.
Ejemplo de esto puede ser los países que restringen totalmente la emisión de estos mensajes, por la influencia que pueden llegar a tener en los niños y jóvenes. O aquellos, como es el caso de España, que cuentan con asociaciones e instituciones que velan por el cumplimiento total de los principios básicos de la publicidad, especialmente en el apartado de publicidad para los niños.
Antes todo esto, no debemos olvidar en ningún momento que los medios de comunicación e informativos, sin una educación moral y racional adecuada, pueden ser entendidos por los niños de forma errónea. Por ello, los padres, educadores y maestros tendremos que paulatinamente, ir mostrando a los niños una visión crítica sobre la publicidad. Ya sea en clase, en casa o por la ciudad, podemos ayudar a nuestros pequeños a que aprendan a distinguir entre lo que están intentando vendernos y la nube que se forma alrededor.
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