Vivimos
en crisis, y todo el mundo lo sabe.
No hay
trabajo, no queda dinero en los bolsillos, las tijeras van y vienen por las
principales instituciones públicas, los cerebros cogen las maletas y se
escapan, Europa nos rescata...(o no).
Además
de esto, nos ahogan las preocupaciones sociales: las imputaciones políticas, la
viscosidad de nuestros mares y los pobres animalitos en extinción, la dudosa
imagen de la corona, las m*erdas transgénicas que nos venden y tener el cuerpo preparado
para los vaqueros de la 36.
¿Y si
todo esto cambiara? ¿Y si tuviéramos dinero, trabajo, políticos honrados,
estado de "bienestar", biodiversidad emergente y todas aquellas cosas
que contradigan las noticias de las 15:00? ¿Qué pasaría entonces...?
Creo
que volveríamos a j*oderla.
Estamos
preparados para no preocuparnos de algo que vaya más allá en nuestro ombligo. ¿Triste
verdad? Eso he pensado yo al leer este artículo. Actúa con cuidados muestra la
otra cara de la crisis, la que no preocupa, la que no interesa. Y es que como sociedad
no valemos dos duros.
No pensamos en construir una sociedad sostenible
y respetuosa, sino más bien en sacar el mayor beneficio de aquellas cosas que
no se pueden defender. La naturaleza, todo aquello que está vivo (incluso
nosotros mismos), llora pidiendo ayuda.
Los
ciudadanos hacen huelgas por una vida mejor, las madres piden que se amplíe el
tiempo para estar con sus bebés, los padres piden tiempo para estar con sus
hijos, la naturaleza se rebela contra el cambio climático...y los más fuertes
piden más. La pescadilla que se muerde la cola.
En este
punto del cabreo, reflexión o como quieras llamarlo, yo me pregunto, ¿Qué
hacemos pues?
Vamos a cambiar el chip, vamos a dejar la
queja para cuando se dignen a escuchar, y vamos a mover nuestra conciencia un
poco. Empecemos por querer cambiar nuestra sociedad, nuestro barrio o nuestro
tiempo libre, por ejemplo. Vamos a poner la vida en el centro.
Hay
infinidad de cosas que podemos cambiar, pero nosotros no somos superhéroes. Lo
que si podemos hacer es plantearnos de qué manera las cosas irían mejor, buscar
alternativas basadas en principios fundamentales que buscamos como personas,
como parte de un todo. Cosas que también sean positivas para nuestro prójimo y
que nos hagan evolucionar a todos.
Esas
cosas pueden ser...
·
un compromiso de las empresas y demás órganos
con las necesidad de los trabajadores y, a su vez, una respuesta positiva de
los ciudadanos a esas necesidades, mostrando que el cambio puede ser favorable
y positivo para ambas partes.
·
un ritmo pausado pero seguro de nuestra manera
de vivir, de comer, de ir al trabajo y de desenvolvernos en la sociedad.
·
una cercanía de nuestros productos, de nuestros
sellos y de nuestros valores, así como una identidad propia que sea defendida y
valorada por aquellos que la formamos.
·
una participación activa de todos los que
queramos cambiar nuestro ombligo.
Puede
que no sirva de nada, o puede que sí. Pero lo importante es intentarlo. Buscar
alternativas a nuestra realidad no es ir en contra de ella, sino a favor de
otras realidades que nos permitan a todos vivir mejor y más felices.